jueves, 24 de septiembre de 2009

"Crecer"


Pasaron los días y fuimos creciendo. Al principio me gustó crecer: podía correr más, marcharme más lejos y volar más alto. Pero un día mi madre nos miró con ojos extraños:

- Hijos, venid todos, que tengo que hablaros - nos dijo.

¿Qué habríamos hecho? ¿Iría a castigarnos? Pero no era eso:

- Antes erais pequeños. No tenías tareas ni preocupaciones. Ahora habéis crecido. Cuando un pollo crece, tiene que aprender y estar preparado.
- ¿Para qué tenemos que estar preparados?
- Para ser gallinas o para ser gallos. Los pollos pequeños son todos iguales: con colitas cortas y plumas suaves. Pero de mayores se vuelven distintos. Y unos son gallinas y otros son gallos.

Pusimos caras de sorpresa. Nos parecía raro volvermos distintos al llegar a grandes. Sabíamos ya qué era ser gallina, pero nos sabíamos qué era ser gallo. Hicimos preguntas para comprenderlo:

- ¿Cómo son los gallos?
- Los gallos son machos. Las gallinas, hembras. Los gallos son grandes, de cabeza alta y cresta empinada. Tiene cola larga, que primero sube y luego se baja. La cola de un gallo parece una fuente. También, en las patas, llevan espolones.
- ¿Qué son espolones?
- Son como cuchillos.
- Y ¿para qué sirven?
- Para pelear.
- Pero si a los pollos sus madres les riñen cuando se pelean.
- Es que es diferente. Los gallos son grandes.

¿Si alguien era grande podía pelear? ¡Qué cosa tan rara!
Nuestra madre siguió con su charla:

- A partir de ahora tendremos lecciones y hay que comer mucho. Porque de mayores tenéis que ser todos fuertes y elegantes.
- ¿Por qué hay que ser fuerte y elegante cuando se es mayor?
- Porque si lo eres nadie te discute, todos te saludan, y te dejan paso para que te comas los mejores granos de trigo o maíz.
- Y ¿si no lo eres?
- Nadie te saluda ni te deja sitio para comer granos. Y si eres gallina, se ríen de ti, te gritan por todo e incluso te pican. Pero, si eres gallo, es mucho peor.
- ¿Qué le pasa a un gallo?
- Si un gallo no es fuerte, ni tiene la cresta empinada y roja, ni la cola larga, no sirve de jefe en el gallinero. Entonces...
- ¿Entonces qué ocurre?
- Entonces llega la mujer granjera. Lo lleva a su casa, lo echa en a cazuela, después se lo guisa, luego se lo come.
Nos miramos todos con cara de espanto.
- Me tiemblan las plumas de pensar que uno de vosotros vaya a convertirse en un gallo débil, con la cresta pálida y la cola corta. Añadió mi madre.

Cuando terminó, todos mis hermanos hicieron la misma pregunta:
- ¿Soy gallo o gallina?
- Aún no estoy segura. Lo sabré muy pronto. Lo que importa ahora es que comáis mucho.
Y luego me miró a mí sola:
- Se acabó hoy mismo esa tontería de querer volar.
- ¿Por qué? - pregunté.
- Porque es perder tiempo.
- Entonces, las alas ¿para qué me sirven?
- Pues si eres un gallo, para levantarlas con mucho ruido. Así verán todos la fuerza que tienes. Y si eres gallina, para tapar hijos.
- Me gustan mis alas. no quiero que sólo sirvan para eso. Y me siento alegre cada vez que vuelo.
- ¿Es que tú te crees que la vida sirve para estar alegre?
Le dije que sí, y ella se enfadó. Yo no sé por qué.
- Escúchame bien, pollo atolondrado. La vida es muy dura y la gente grande tiene que ser seria - me dijo.
- A mí me parece que si hay que estar todo el tiempo serio, y la vida es dura, no me va a gustar eso de ser grande - le dije.



Concha López Narváez. Memorias de una gallina.



Después de leer atentamente el texto, piensa en estas preguntas y da tu opinión al respecto:

1) La madre no quería que el polluelo volara. ¿Con quién estás de acuerdo: con el polluelo o con la madre? ¿por qué?

2) ¿Te parece justo que sólo los gallos fuertes puedan comer los mejores granos de maíz o de trigo? ¿por qué?
3) ¿Están bien que se rían de las gallinas débiles y les griten? ¿por qué?
4) ¿Te has reído alguna vez de algún amigo? ¿Crees que eso está bien?